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¿Es la fibra realmente tan importante?

¿Es la fibra realmente tan importante?

Son realmente importantes y deberían formar parte de la dieta de cualquier persona, sea cual sea su edad.

La fibra es un carbohidrato complejo que no es digerido por el cuerpo humano. Además de ayudar a la sensación de saciedad, ayudan a reducir la absorción de azúcares y grasas (cuando ingieres alimentos ricos en fibra, como frijoles y cereales integrales, el azúcar de estos alimentos se absorbe más lentamente, lo que evita que los niveles de glucosa en sangre aumenten muy rápidamente), para regular el tránsito intestinal (la fibra hace que tu intestino se mueva más rápido, ayudándote a saber que ya estás satisfecho y previniendo el estreñimiento), así como otros beneficios, como ayudar a limpiar el colon, actuando como un cepillo ( que ayuda a limpiar las bacterias en los intestinos y reduce el riesgo de cáncer de colon). Según un artículo publicado por la revista científica The Lancet, a largo plazo, la ingesta de fibra ayuda a reducir riesgos graves para la salud como las enfermedades cardíacas, la diabetes tipo 2 y el cáncer de intestino. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se ingieran diariamente 25 gramos de fibra. Según un estudio encargado por la misma organización, las personas que consumen muchos alimentos ricos en fibra y cereales integrales tienen un riesgo menor de sufrir enfermedades cardíacas, diabetes y otras afecciones crónicas.


Hay dos tipos de fibras:

- Solubles que se disuelven en agua y ayudan a reducir los niveles de colesterol al transformar los carbohidratos complejos más lentamente, ralentizando el tiempo de absorción del azúcar y bajando los niveles de glucosa en sangre. Son fermentados por bacterias en el intestino, lo que promueve el crecimiento de microbios y metabolitos beneficiosos. Por ejemplo, verduras o cereales integrales.

- Los insolubles que no se disuelven en agua, no se digieren tan fácilmente y ayudan con la función intestinal. Por ejemplo, arroz integral.


El poder del psyllium

El psyllium es una fuente natural de fibra soluble. Por su alto nivel de fibra, contribuye a la digestión normal, ayudando a la regulación intestinal y contribuyendo a la reducción de los niveles de colesterol y grasas en sangre. Un estudio publicado en la revista científica Molecular Nutrition and Food Research mostró, de hecho, que el consumo de fibra soluble puede ayudar a regular el colesterol. Según estudios realizados por el European Journal of Clinical Nutrition, los pacientes con diabetes tipo 2 que consumieron psyllium no solo tuvieron una mejora en el azúcar en sangre, sino también una reducción en el riesgo de enfermedad cardíaca. Esto se debe a que mostraron mejoras en términos de hipertensión y, en consecuencia, en la salud cardiovascular. Se considera un prebiótico, es decir, una sustancia necesaria para crear colonias saludables de probióticos en el intestino. Y todos sabemos que un intestino sano es esencial para un sistema inmunológico saludable, ya que ayuda al cuerpo a combatir infecciones, reducir la inflamación y mantener células y tejidos sanos. Además, puede ayudar a controlar el peso. A medida que el psyllium absorbe líquido en el cuerpo, puede ayudar a lograr una mayor sensación de saciedad, lo que ayuda a controlar la cantidad de alimentos que consume. 


La Chia en la mesa

No entran en la categoría de superalimentos, pero su magia es la fibra. Estas pequeñas semillas tienen fibra real: por cada 28 g de semillas de chía, obtienes 11 g de fibra. También son una buena fuente de omega-3 y proteínas completas. ¿Qué tal un pudín de chía para empezar el día?


El sistema digestivo

En los últimos años, el sistema digestivo ha pasado de un papel secundario a un protagonista, gracias a los miles de millones de bacterias que lo habitan. Un sistema digestivo no saludable se ha relacionado con todo, desde inmunidad comprometida, falta de concentración, hinchazón y problemas de la piel.

Ahora sabemos que las bacterias que habitan nuestro sistema digestivo son realmente poderosas. Pueden influir en nuestro estado de ánimo, nuestros niveles de energía e incluso protegernos de enfermedades graves. Pero con una condición: tenemos que cuidarlos, alimentar a los buenos y dejar que los malos mueran de hambre. La cuestión es que las bacterias buenas tienen numerosas funciones: ayudan a digerir los alimentos; crear vitaminas esenciales como folato, biotina, vitamina B12 y vitamina K; regular el metabolismo, incluidos los niveles de azúcar, colesterol y ayudar a quemar grasas; suprimir las bacterias malas ocupando su espacio y secretando antibióticos naturales; convertir la fibra dietética en ácidos grasos de cadena corta, que son nutricionalmente importantes para las células intestinales; crean una barrera física que hace que la pared del intestino sea más gruesa para que las sustancias nocivas no puedan penetrarla; atenuar la inflamación de la pared intestinal; mantiene el sistema inmunológico equilibrado, previniendo alergias y enfermedades autoinmunes; y crean sustancias de señalización para el cerebro que ayudan a mejorar el estado de ánimo.